miércoles, 9 de septiembre de 2009

Odio todo lo que me recuerde a ella.

Las canciones que cantabas, los escritos que le dedicabas inconscientemente, las alabanzas que le lanzabas a su inteligencia, belleza y gracia (dudosas hasta ahora), pero sobre todo la patética compasión que sentías por ella.

Y yo te escuchaba.
Escuchaba como me hablabas de ella, como un niñito encaprichado en los calzones ajenos.

Y te ibas lentamente de mis sábanas, de mis recuerdos, de mis versos mal escritos, de mis ensoñaciones.
Y todo se volvía oscuro.
Porque claro, qué puede hacer un ángel ante un demonio?
Ella tenía la ventaja, con su voz nueva, sus besos nuevos, sus pechos no recorridos.
Y yo seguía perdiendo....

Por eso la odio, por eso no la quiero aquí. Porque sé que es una de tus malsanas invenciones, de esas que toman forma cada vez que no te tengo cerca.

3 comentarios:

El Beto dijo...

Bienvenida de nuevo maka a los dominios blogeros, eso si, cada vez que leo debo reforzar la idea que esto en parte, debe ser sólo ficción, para no asustarme jajajaja saludos al Manu

Un beso
un Beto

Cordelia dijo...

Es sólo que me recuerda una historia que me contaron por ahí.
Además que eso de las personalidades múltiples me quedó dando vueltas desde que supe la historia de Walala.

Bisous!

Anónimo dijo...

ooooo... Maka, re-re-lectrura, oooo...

me quiero volver chango!!!

Beto